Resulta de lo más esclarecedor contemplar con cierta perspectiva la disputa entre EE.UU y Europa a cuenta de la cultura. Vaya por delante que en temas culturales, a Europa se le llena la boca, mientras que EE.UU no se preocupa demasiado de entrar en este tipo de debates. Quizá tenga algo que ver el hecho de que, en la práctica, la cultura esté mucho más viva y sea más atractiva en el país de Spielberg que en el de Almodóvar, en el de Tom Wolfe y Cormac McCarthy que en el de Almudena Grandes, Günter Grass, Julien Gracq o Marguerite Yourcenar. Algo que los norteamericanos saben bien.
Europa se rasga las vestiduras en temas culturales y vocifera a los cuatro vientos que es el centro cultural del mundo occidental. Lo cierto es que hace mucho tiempo que dejó ese cetro a EE.UU, algo que parece doler especialmente en el viejo continente.
También en temas culturales EE.UU se ha puesto a la cabeza del mundo. Porque no hay ningún país que en la práctica destine más dinero, recursos, talento y creatividad, que los EE.UU. Pero es que ya no se trata sólo de dinero público o privado, donaciones y proyectos culturales innovadores, sino de las bases mismas de la cultura. Hoy por hoy EE.UU mantiene un generoso caudal de actividad y creatividad, tanto en literatura como en cine, danza, artes escénicas, música, pintura, arquitectura, etc. Sin los aspavientos engreídos y egocéntricos europeos, los norteamericanos se imponen con frecuencia en temas culturales. Ahí tenemos las estadísticas y las obras culturales que dan buena cuenta de ello. Los índices de lectura, las ventas de libros, la producción y las recaudaciones en cine, tanto en taquilla y en otros soportes, como el DVD, los espectáculos de teatro, musicales, danza, ópera, y grandes orquestas de música clásica. Por no hablar de datos de producción en los distintos campos y estándares de calidad, marketing y originalidad, a años luz en muchos casos de los europeos.
La cultura norteamericana, que a menudo es denigrada e infravalorada por quienes se consideran intelectualmente superiores, algo que solemos encontrar abundante e injustificadamente en Europa, bate día sí y día también a la pretendida “superior” cultura europea. Y además la bate en todos los registros, no sólo económicos sino por innovación, pujanza, y creatividad, lo que resulta igualmente importante. Ahí les duele a los subvencionados europeos.
Actualmente, la mayoría de las grandes aportaciones culturales e innovaciones, ya sea en literatura, cine, televisión, baile, pintura, arquitectura, escultura, o música, por citar sólo algunos, proceden invariablemente de los EE.UU, que parece tener una cantera sin fin de talentos y un prodigioso atractivo para atraer el de fuera y desarrollarlo desde aquí mejor que en ninguna otra parte.
Es justo reconocer que la cultura tradicional europea ha contribuido decisivamente en el pasado, y ahora puntualmente, a la cultura mundial, incluida la norteamericana, posiblemente entregando lo mejor que haya tenido nunca. Pero el centro de creatividad que un día fue el continente europeo, con demostraciones de arte únicas en la Historia de la Humanidad, cuyo valor sigue siendo inmenso y un patrimonio a conservar y proteger mejor de lo que se hace ahora, se ha desplazado hace mucho tiempo a los EE.UU.
No es extraño, pues, que la nación de las barras y estrellas sigan atrayendo talentos allende los mares y los asimile con naturalidad, además de fomentar los propios, porque se ha consolidado como el mayor generador de cultura del mundo.
Es evidente que la cultura norteamericana, atractiva, dinámica y flexible, que abarca tanto lo popular como lo elitista, es otro activo más en los recursos de que dispone EE.UU para competir. Sólo hay que asomarse al mundo que nos rodea para comprobarlo.
Se pueden consultar todo tipo de estadísticas y cifras que evidencian la solidez de la cultura norteamericana frente a una Europa cada vez más decadente en este aspecto, pese a los notables esfuerzos de algunos sectores por encontrar la chispa de la creatividad. Baste uno solo: compárese la estadística de nuevas librerías que se abren en EE.UU, con enorme pujanza, y las que cierran sus puertas en la alicaída Europa año tras año. ¿Dónde está la cultura dinámica realmente? Probablemente nada mejor que una librería y la vida cultural que las rodea, para comprobar la fortaleza de la cultura de un país.
Cuando escuchamos la cantinela de una Europa que, al menos en cultura, supera a EE.UU, como si de una pataleta se tratara, podemos escuchar entre los norteamericanos un comentario y una risa sarcástica: ¡será por cultura!
Y mientras tanto la cultura americana sigue expandiendo su área de influencia y consolidando también el liderazgo de EE.UU en este sector.
domingo, 30 de marzo de 2008
CULTURA AMERICANA
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